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Desastres sociales, desastres domésticos

La maestría de Isaac Rosa para trasladar al plano de la ficción los dolores cotidianos provocados por el modelo económico y su entorno megacompetitivo está al alcance de muy pocos escritores
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Y la Cuestión Social se hizo novela. Dickens, Sthendal, Emile Zola, Blasco Ibañez, Martín Santos…la nómina es interminable. Sin embargo, este género literario que se ha movido en las procelosas aguas de lo naif y el necesario panfleto parecía haber quedado reducido a la mera anécdota en las modernas sociedades del bienestar.

Los intentos de retomar el ánimo de retratar lo que nos rodea, ahondaban en el nihilismo de la Lucha por la vida de Pío Baroja marginalidad como fetiche, en novelas de importante éxito como el Trainspotting de Irwin Welsh.

Entre las ruinas del escepticismo, apareció en el panorama literario español un autor nacido en Sevilla en 1974, que tuvo la osadía de poner el foco antes de la Gran Recesión en los espacios en los que anidaba la precariedad; ese sector de la población española que no era precisamente pequeña, en las que la incertidumbre era la certeza del día a día.

Sus textos se adelantaron al desagradable momento en el cual el ascensor cuyo destino era la clase media, se detenía nada más comenzar su trayecto, resquebrajando los sueños de clase media, democratizando la temporalidad y poniendo el emprendimiento como única salida a un problema estructural…una forma de buscar el sálvese quien pueda en medio de un asunto solo podrá encontrar soluciones en el plano colectivo.

Feliz final, nos adentra de la manera sutil en que solo pueden hacerlos talentos como el suyo en el que las muescas que quedan en nuestras vidas, no son solamente achacables a nuestras decisiones, sino que por el contrario guardan una correlación directa con todo lo que nos pasa fuera de nuestro ecosistema doméstico y se generan en el espacio en el que desarrollamos la actividad que nos permite acceder a éste.

Con una original e incluso inédita estructura narrativa, Isaac Rosa fue capaz de sintetizar los motivos que demasiadas veces nos han precipitado al desastre y del que con la egolatría propia de estos tiempos nos creímos sus únicos responsables. Como aseguró en una entrevista en la Cadena SER de Zamora, previa a la presentación en nuestra librería. “Para querernos mejor, deberíamos vivir mejor”.